Esas añoranzas, quizás utópicas de guiar jóvenes mentes y convertirlas en los grandes pensadores de nuestro mundo moderno.
Esa regocijo de recordar el pasado y observar con alegría a
aquellos que otrora fueron tus discípulos y hoy día son mejores que tú.
Esa incertidumbre de esperar el futuro y no saber a quién acompañarás
en ese camino que has recorrido tantas y tantas veces y que a pesar de ello ansías
volver a caminar, guiando el andar de alguien que quizás ni siquiera ha nacido.
Esa irrefutable responsabilidad que el mundo ha puesto en
tus manos y que con gallardía y honestidad has aceptado a pesar de todas las vicisitudes
que la labor acarrea.
El júbilo y la energía que día tras día los adolescentes te
contagian y que en muchas ocasiones te transforman en uno más de ellos.
Ese dolor que provoca saber que a muchos de esos jovencitos
con los que te esmeraste dando lo mejor de ti, la vida les jugó una mala
pasada y por azares del destino su presente no es el que les augurabas ni el
que por tanto esfuerzo ellos merecían.
Ese predicamento cuando debes enseñarles que el mundo está
lleno de injusticias, inseguridades y mentiras, un mundo en el que no siempre
gana el más justo ni el más honesto ni el mejor y a pesar de todo debes lograr que ellos lo
sean.
Esa sorpresa que provoca caminar por la calle y de repente
encontrar a alguien que te pregunta con los ojos llenos de añoranzas “Profe, se
acuerda de mí?” y saber que quizás no eres tú quién provoca esas memorias pero
sí el detonante para que esa persona evoque tan maravillosos recuerdos de su
vida.
Esa frustración al mirar que poco o nulo es el avance, buscar
mil y un soluciones, fracasa una y otra vez, compararte con los demás y peor aún,
comparar a los tuyos con los de los demás sintiéndote derrotado en más de una
ocasión.
Esa ilusión de reinventarte año con año para ser alguien
nuevo cada vez y tratar de ser mejor que en el pasado y sin embargo al final la
mitad de ellos terminará odiándote por el resto de su vida por tratar de
enseñarles el camino correcto.
Esa ansiedad de mirar toda su energía, su alegría, su
curiosidad y querer ser uno de ellos otra vez a pesar de saber muy bien que
jamás lo serás porque ahora tu rol es uno muy diferente.
Usted siempre guiaba a los demás para bien y no le importaba nada de lo que los demás comentaran de usted, usted siempre se preocupo por todos sus estudiantes y es algo de lo que estoy orgulloso por haber sido participe de su modulo.
ResponderEliminarBuen día
Saludos.